Macarrones con tomate
Los macarrones con tomate son de esos platos que conquistan a casi todo el mundo. Sí, ya sabemos que hay tantos gustos como colores y que en la variedad está la riqueza; si además tenemos en cuenta factores culturales o tradicionales este mapa se enreda aún más.
Si comparamos música y gastronomía, Melendi, Estopa o Aitana serían macarrones con tomate. Porque el sabor, la textura y el aroma de sus canciones, a no ser que seas un intelectualoide musical de esos que dan repelús, suele, de primeras, provocar sensación de buen rollo y ganas de cantar.
Esto no lo digo yo, es la tendencia actual en redes sociales: denominar de 'macarrones con tomate' o, en su defecto, 'macarrones con tomatico' a lo que es pop, mainstream y está diseñado para que llegue y guste a una parte importante de la población.
Sin embargo, a estas alturas, es difícil mantener un plato de macarrones con tomate en su punto. Vivimos en una época cada vez más de nicho y todo se diluye con mucha facilidad. Hay poco poso y cuando crees que has surfeado la ola, ya te salpica otra nueva.
Algunos se las dan de personas alternativas por presumir de escuchar a la persona que hace la música más experimental. En los últimos días, por ejemplo, lo más importante (y común) era ser analista musical para desgranar todas y cada una de las referencias que ha hecho Rosalía en su nueva canción: 'Berghain'. ¿A quién no le gusta ser una chica rara de vez en cuando?
Macarrones con tomate también son series como 'Aquí no hay quien viva' o 'La que se avecina' y no pasa nada. Si en la variedad está la gracia, no hay nada de malo en ver un capítulo de 'Los Serrano' y a continuación, ponerte una serie noruega de culto emitida en los años noventa.
No he visto la trigésima parte de 'Padre no hay más que uno'. No por nada en concreto, simplemente no me interesa. Aunque tampoco voy a ver todas las películas de Jean-Luc Godard en orden cronológico para hacer, a continuación, un análisis meticuloso comparando sus aspectos técnicos y narrativos.
Cuando seamos conscientes de que todo parte de lo mismo y que podemos aprender tanto de unos como de otros, quizá le encontremos un increíble atractivo a la cultura en general, sin necesidad de darle un valor tan cuantitativo y mercantil como el que hacemos hoy día.
Por el momento, voy a hacerme un plato de macarrones con tomate mientras escucho La Oreja de Van Gogh y pienso qué película de Harry Potter veo esta noche.
Nos vemos pronto.




